LA TRIBU
Existe una tribu en África donde la fecha de nacimiento de cada persona es el día en el que esa persona fue “pensada” por su madre.
Una vez que ha tomado la decisión, se sienta sola bajo un árbol y escucha la canción de su hijo o hija.
Después, se la enseña al padre y la cantan juntos durante la época de concepción, para invitarlo a venir.
Ella muestra la canción a las demás mujeres, que estarán presentes durante el parto y la cantarán para darle la bienvenida.
Esa canción, acompañará a su hijo o hija toda su vida: se la cantarán todos sus seres queridos, toda su tribu, tanto cuando haga algo maravilloso como cuando haya cometido un error. De esta forma, con amor, le recuerdan su identidad.
Cuando comparte su vida con otra persona, unen sus canciones.
Y se despiden con ella cuando todo ha terminado.
Esto me hace reflexionar sobre la soledad que nos rodea. Estamos constantemente en conexión con otras personas, pero de una forma superficial y buscando muchas veces mostrar una vida maravillosa, llena de lujos materiales, de planes sociales increíbles y felicidad.
Personalmente pienso que, en nuestra actual sociedad, vivimos de forma muy independiente, lo cual, puede suponer un impacto negativo en momentos trascendentales, como puede ser el de la maternidad. En esta etapa, especialmente durante el embarazo y en los primeros años de crianza, se necesita una ayuda material, asistencia y acompañamiento afectivo. Esto no es un lujo, es una prioridad que todas las mujeres merecemos.
¿Y por qué?
Porque las mujeres bien sostenidas, comprendidas, escuchadas, estaremos en buenas condiciones para ocuparnos de nuestro bebé.
Antes de cuidar, debemos cuidarnos.
Se puede comprender mejor pensando en la escena de un avión en problemas en el que se necesita oxígeno. ¿Puedes ayudar al resto de los pasajeros si antes no te has colocado correctamente tu máscara? Difícilmente…
Parece algo muy razonable, pero la realidad es que hay un sentimiento de culpa generalizado cuando no suceden las cosas como se supone que deberían. Laura Gutman nos habla de una brecha cultural entre lo correcto y lo que realmente nos pasa.
Sería muy positivo que dentro de nuestra preparación al parto incluyamos el buscar y consolidar una red de apoyo para ayudar a prevenir y atender las heridas físicas y emocionales que se dan en el parto y volver a esa red invisible que había en la cuarentena antiguamente en versión 2.0.
Ya que los niños recién nacidos dependen del equilibrio emocional de las madres, ayudaría mucho focalizar la atención en ellas. De esta forma, la díada madre- bebé se mantiene, pero alguien protege y acuna a ambos.
¿Y no puede ser la pareja quien atienda todo esta parte? También él o ella se encuentra en un momento de transformación, ya que está encajando su nuevo papel de padre o madre.
Esa red puede ser sumar a sus aportar mucho en la prevención del derrumbe del vínculo de la pareja que se suele dar. Si las necesidades básicas están cubiertas, es más fácil estar abiertos a la comunicación, al cariño y a la comprensión en un momento vital que suele estar caracterizado por el agotamiento, las dudas e incertidumbre.
Por mi experiencia personal después de dos hijas y por lo estudiado y aprendido antes, durante y después, considero fundamental brindar espacios para compartir entre mujeres embarazadas, así como atención individual para escuchar y atender las necesidades de ELLAS.
Una preparación al nacimiento para la madre.