¿Por qué ahora?
Terminé mi formación como musicoterapeuta en el año 2011. Nos encontramos en 2021. En estos diez años la Musicoterapia siempre estuvo en mi cabeza… y en mi corazón. Realicé diversas formaciones porque consideraba que debía estar lo más preparada posible para ofrecer mis servicios como musicoterapeuta, por la gran responsabilidad que esto supone. Sin embargo, mis miedos e inseguridades me decían: ¡No es suficiente! ¡No estás preparada! ¡No eres buena!
Y yo, muy obediente, hice caso.
Cuando me quedé embarazada de mi primera hija, Marina, experimenté sutilmente lo que la Musicoterapia en el ámbito prenatal tenía para nosotras. Esta experiencia me hizo coger fuerzas para transmitir a otras personas lo que yo viví. Y es que la Musicoterapia es eso: mejorar la calidad de vida, ofrecer bienestar, acompañar… ¿Por qué no compartirlo?
Así comenzó Breves Melodías para Marina.
Sin embargo, aunque hice algunos avances en forma de talleres, sesiones, charlas, etc. no seguía una línea recta. Cuando avanzaba, ciertos pensamientos volvían y me decían… ¡NO PUEDES!
Y me detenía de nuevo.
Ahora, he decidido avanzar… sin retroceder.
¿Por qué ahora?
Puede que la pandemia nos haya hecho valorar la vulnerabilidad de nuestras vidas, lo fugaz de la existencia, la importancia de VIVIR. Y en mi caso, siento que la Musicoterapia me hace FELIZ. Si dejo mi proyecto para mañana, ¿quién sabe?
Así que me he comprometido con mi compañero de vida, con mis colaboradoras y, sobre todo, conmigo misma.
Aunque sepa que el camino no será fácil, estoy decidida a intentarlo y a dar lo mejor de mí para que las familias que se están formando tengan la opción de estar acompañadas en una etapa de tantos cambios que la sociedad nos dice que es la más feliz e increíble, pero que también nos da miedo, nos genera preguntas y nos crea inseguridad.
Si quieres, caminamos juntas. Siempre hacia delante.